Hoy, mientras conducíamos de regreso al campo, nos encontramos con un cachorro deambulando peligrosamente cerca del tráfico. Preocupados por su seguridad, decidimos traerlo con nosotros. Este pequeño, ahora llamado Pingan, parecía asustado pero notablemente obediente.
Su pelaje estaba sucio y enmarañado, así que lo limpiamos y peinamos suavemente. Parecía tener sueño y hambre, lo que nos llevó a ofrecerle comida y evaluar su salud general, aunque nuestros recursos eran limitados.
Pingan, como lo llamábamos, parecía reconfortado por nuestra presencia, pero se sobresaltaba fácilmente ante el ladrido de otros perros. Buscó refugio en un rincón, luciendo a la vez asustado y solo. Intentamos ofrecerle leche en polvo, pero rechazó el biberón, así que optamos por un bol. Mañana planeamos ponerlo en cuarentena o preparar una jaula segura para protegerlo de cualquier daño.
A pesar de su miedo inicial, Pingan rápidamente se encariñó con nosotros y mostró un espíritu animado. Es reconfortante verlo jugar e interactuar con nosotros. Es como si nos buscara consuelo y cuidado, tal vez incluso viéndonos como padres sustitutos. Estamos comprometidos a brindarle todo el amor y el apoyo que necesita, especialmente sabiendo que le falta una pierna y requerirá atención adicional.
En estos primeros días juntos, Pingan ya ha tocado profundamente nuestros corazones. Tenemos la esperanza de que con el tiempo y los cuidados se recupere tanto física como emocionalmente y se convierta en un miembro querido de nuestra familia.