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Dog
Escuché sus gritos y sentí el dolor en su rostro luego de ser golpeado por su dueño
En una escena que pasó desapercibida para la bulliciosa multitud, se desarrolló una visión desgarradora que atravesó el alma de todos los amantes de los animales que la presenciaron.
Poro, que alguna vez fue un perro vibrante, ahora estaba solo, con las cicatrices del abandono y la crueldad que le infligió su propio dueño. Su frágil cuerpo soportaba el peso de una desnutrición severa, plagado de garrapatas y parásitos que se habían apoderado de él.
Con cada coche que pasaba y cada mirada indiferente de la gente a su alrededor, los ojos de Poro lo seguían, llenos de un rayo de esperanza. Anhelaba que alguien, cualquiera, viera más allá de su apariencia desgastada y le ofreciera una mano.
Justo cuando pensaba que había sido testigo de lo peor de la indiferencia de la humanidad hacia estas criaturas inocentes, ese día me trajo un espectáculo más horrible de lo que las palabras pueden expresar.
En la débil forma de Poro, la chispa de la vida parecía casi extinguida. Tuve que inclinarme, acercando mi oído a su pecho, sólo para sentir el débil latido de su corazón. Sin embargo, en medio de esta desesperación, queda un destello de esperanza: un frágil hilo de posibilidad de que, con cuidado y compasión, podamos devolver la luz al mundo de Poro y restaurar su fe en la humanidad.