La paz de la tarde fue desapareciendo poco a poco cuando un débil grito de auxilio resonó desde el subsuelo, como una súplica de auxilio. Fue entonces cuando el equipo de rescate y yo no dudamos e inmediatamente nos dispusimos a encontrar el origen de ese grito.
El grito de auxilio se hizo más claro, un aliento frío recorrió el aire, como un último grito de auxilio de una criatura inocente en peligro.
A medida que nos acercábamos, la imagen del perro apareció en la oscuridad, en lo profundo del suelo, con la piel cubierta de heridas y su apariencia debilitada. Ojos débiles y esperanzados nos miraron, como una última súplica antes de que la vida desapareciera.
Vimos múltiples heridas punzantes en su cuello y lo llevamos con mucho cuidado en caso de daño en la columna o hemorragia interna.
Pero tan pronto como llegamos a la mesa de tratamiento, ¡sus ojos se abrieron! Quizás ser manipulado le estaba dando la confianza para no darse por vencido.
Después de limpiarlo, vendarlo y estabilizarlo con un suero, lo colocamos en una perrera tranquila donde pudo descansar hasta que estuvo lo suficientemente fuerte como para tener un compañero de cuarto.
Comió como un soldado, durmió tranquilamente y cuando le presentamos a su nuevo amigo, sabíamos que se sentía mejor porque dejó muy claro que el juguete que le habíamos dado era demasiado divertido para compartirlo.
La alegría y la gratitud se extendieron entre el equipo de rescate. Este éxito no es sólo personal sino también de espíritu de solidaridad y sacrificio.
Aunque solo quedaba un 1% de posibilidades, nuestra determinación y determinación nos ayudaron a superar todas las dificultades, trayendo esperanza y vida a una criatura inocente.
Este rescate no se trata sólo de salvar a un ser vivo, sino también de ser humano, ser parte de una comunidad y hacer lo mejor para el mundo que nos rodea.